Ayer llegó finalmente a tierra el neoyorquino que fue dado por desaparecido, y posteriormente muerto, tras navegar a la deriva de un crowdsurfing hace ya nueve años.
Es la historia de Edward Colt, un joven que en mayo de 2009 asistía a su primer festival multitudinario, el Central Park Fest, sin saber lo mucho que se truncarían los acontecimientos para él.
Edward llevó una pequeña balsa hinchable para practicar crowdsurfing, pero el estado bravo en que se encontraba el público le llevó a perder el rumbo y acabar a la deriva en un mar de gente.
Cuando aquel festival se perdió en el horizonte, la fuerte corriente del público le llevó por distintos festivales en otros estados. "No he podido ver a mi familia y amigos en todos estos años ni decirles que estaba vivo, pero al menos he estado en muchos festivales y he visto todo tipo de géneros musicales", cuenta Edward en su primera rueda de prensa a los medios tras arribar tierra firme.
Se alimentaba de la comida que alzaban algunos asistentes descuidados, y también "pescaba" de esta forma algunos catxis con bebida y fuego para sus cigarros cuando el público levantaba los mecheros en una balada.
De este modo, el joven pasó cinco años a la deriva en Estados Unidos, dos de ellos siguiendo una gira de Megadeth, sin más compañía que una botella vacía de Jägermeister a la que llamó Josephine cuando se volvió loco, y sin brújula ni un móvil con el que avisar de su situación o grabar parte de los conciertos que veía.
"En una ocasión vi una aurora boreal, pero cuando me acerqué más resultó ser la escenografía de un concierto de Rammstein", revela el náufrago.
También explicó cómo había arribado hasta Europa: "En 2014 llegué a Brasil, y ahí la masa me llevó hasta el crucero donde se celebra el festival 70.000 Tons of Metal, cuyo recorrido acababa en Inglaterra".
Los siguientes años a la deriva en Europa fueron duros. Casi muere de hipotermia debido al frío invierno escandinavo, sin otra fuente de calor que la pirotecnia de los escenarios. Y también vivió un clima extremo en los festivales del sur de España, donde sufrió quemaduras graves.
Cuenta que el mejor recuerdo que guarda del viejo continente fue Francia, donde pudo contemplar un grupo de imponentes ballenas hinchables en un concierto de Gojira. "Es sin duda uno de los mayores espectáculos de la naturaleza", afirma emocionado.
Durante casi 9 años, Edward tuvo que hacer frente a un público agitado e intempestivo, sobreviviendo a mosh pits, varios wall of death y circle pits que habrían hundido embarcaciones más recias. "El público nunca fue de gran ayuda, se ponía bravo con facilidad y por mucho que les suplicaba para bajar ellos creían que me estaba divirtiendo", atestigua.
Su larga y adversa travesía llegó a su fin en Wacken (Alemania), donde el público depositó su pequeña balsa en el escenario y pudo pisar tierra por primera vez en nueve años.
Actualmente, un barbudo Edward Colt se preparaba para volver a Nueva York y ver a sus familiares y amigos, pero por desgracia el avión en el que viajaba ha sufrido un naufragio de verdad en alta mar. En estos momentos, un buque salvavidas está recogiendo los cuerpos inertes de los tripulantes de este trágico accidente, que no ha dejado supervivientes.
Esta historia ya ha inspirado a cineastas como Spielberg, quien ha anunciado su dirección en una película sobre la vida de Edward Colt que será "un viaje de música e introspección sólo equiparable a cintas como Forrest Gump, El viaje de Pi o Spinal Tap".